Un año más llega el verano y con él la lluvia de estrellas más famosa: las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo (la festividad del santo es el diez de agosto). Las Perseidas se originan cuando la Tierra atraviesa la estela de partículas que dejó a su paso el cometa Swift-Tuttle, produciéndose un espectáculo que es un auténtico regalo del cielo.
Las Lágrimas de San Lorenzo pueden observarse desde el 17 de julio hasta el 24 de agosto, pero su máxima actividad tendrá lugar la madrugada del día doce de agosto. Y parece ser que este año va a ser más espectacular que otros, ya que la intensidad será mayor. En efecto, los astrónomos utilizan una magnitud llamada Tasa Horaria Cenital -o Zenital- (THZ), que no es sino el parámetro que mide el número de meteoros por hora. Pues bien, la actividad normal de las Perseidas es THZ 100; sin embargo, este año se prevé una THZ 200, al parecer por la influencia de Saturno.
El cielo (como a todo el mundo, supongo) me ha impresionado profundamente desde niño. Y hace años que procuro no perderme este obsequio veraniego que nos hacen los dioses desde la profundidad de la noche. Este año hay un pequeño handicap: ahora mismo tenemos luna llena y la semana que viene, en pleno auge de las Lágrimas, habrá cuarto menguante, lo que hará que sea más difícil ver la lluvia de estrellas. Pero estoy seguro de que, aun así, el espectáculo merecerá la pena.
Me encanta recordar la emoción de otros años, cuando llegábamos al sitio que habíamos elegido, lejos de las luces de la ciudad; y de pronto, aparecía la primera estrella fugaz. Cualquier intento por mi parte de explicar ahora esa emoción, aun cuando utilizara un millón de palabras poéticas, estaría condenado al fracaso: hay que vivirlo para entenderlo.
Este año me gustaría ir a verlas la noche del sábado 15 al domingo 16. Y no sé aún qué sitio elegir. Es fantástico perderse por senderos y castillos, y encontrar un lugar privilegiado y perdido para presenciar el espectáculo. He estado en lugares realmente inolvidables: en un puerto de mar, en un castillo o delante de las ruinas de una ciudad tartesia. Da igual. Lo importante es estar. Y si además se tiene la fortuna de ir acompañado de una persona, o de varias, que sientan también esa pasión, ¿qué más se puede pedir esa noche a la vida?