sábado, 26 de mayo de 2012

Cuando el esclavo no sabe que lo es

He leído en internet una cita, magnífica, de José Luis Sampedro: "La libertad de elección sin libertad de pensamiento es un engaño, pues elegimos aquello que estamos condicionados para elegir".

Entonces, digo yo, lo verdaderamente peligroso sería que nos hicieran creer que tenemos libertad de pensamiento... y no la tuviéramos.

Hay muchas maneras de hacernos esclavos del pensamiento único o pensamiento "políticamente correcto", haciéndonos creer, sin embargo, lo contrario: que somos "progres" y librepensadores; que somos ciudadanos responsables e informados y que sabemos lo que queremos. Sin detenernos a pensar, ni por un momento, si no nos estarán manipulando con el halago (o con otros instrumentos más sutiles) y, en realidad, lo que creemos que queremos, es lo que otros quieren que hagamos.

A Montag, el protagonista de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, el Estado le imponía el deber de ser feliz. Y Montag se creía feliz... hasta que dejó de hacerlo.

Pero eso tiene un precio.

Cuando veo todas las calamidades, hasta ahora impensables, que estamos padeciendo en nuestra vida diaria en España, en Grecia, en Portugal, en Italia, en todo Occidente, me asaltan preguntas. ¿Qué están haciendo con nosotros? ¿Qué y quién hay detrás de la hecatombe de la crisis? ¿Cuál es la causa verdadera de que se adopten unas medidas tan inhumanas e injustas, sin que, salvo en Grecia, apenas esbocemos más que unas débiles protestas? ¿Qué es lo que está ocurriendo realmente?

Tranquilidad. Siempre podremos seguir dormidos, autocomplacientes y felices.