Caminaba sin rumbo por la Sevilla intramuros, perdido en el laberinto de sus calles sin horas. De repente, me encontré en la que se llama Aire y descubrí, sobre la pared, que un poeta había dado a la nostalgia forma de palabras.
Respiré profundamente. Yo también pude sentir la espina aguda del deseo, mientras la juventud pasada, por un instante, volvía.